La monarquía siempre ha tenido sus rarezas, y la de Inglaterra, por historia, no iba a ser menos. Al igual que muchos de nosotros tienen cierta predilección por un tipo de hielo cuando nos van a servir una bebida, la Reina Isabel II impone sus propias normas: que nadie le sirva a la monarca sin rocas de hielo.
La historia la contaba el diario The Independent, quienes explican el origen de esta curiosa imposición de la monarca de 93 años que parece aborrecer los cubos de hielo tradicionales. Según cuenta Karen Dolby, autora de Queen Elizabeth II’s Guide to Life, la razón se debe a que las bolas de hielo no tintinean tanto en el cristal de las copas, posiblemente porque las esferas tienen superficies más pequeñas que los cubos para cualquier volumen dado.
Curiosamente, dichas especificaciones no sólo se ciñen a sus propias bebidas, Isabel II insiste en que todas las bebidas en sus residencias se sirvan con hielo redondo.
Llegados a este punto, seguramente te estarás haciendo la pregunta, ¿qué demonios ocurre con el ruido de un cubo de hielo para que la monarca tenga que prohibirlos en favor de uno redondo? El escritor y biógrafo no oficial de la realeza británica, Brian Hoey, explica que se debe a una simple manía, y que la Reina detesta tanto el ruido del hielo que el príncipe Felipe llegó a crear una máquina de hielo para producir pequeñas bolas más silenciosas.
Todo esto nos lleva a pensar que, además de la bebida nacional, el té, Isabel II disfruta en muchas más ocasiones de las que pensábamos de su bebida favorita: ginebra mezclada con Dubonnet, por supuesto, servida con rocas de hielo.
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